✨ Carta de amor a los inmigrantes que me hicieron crecer
Queridas familias inmigrantes,
Queridas madres,
Queridos hijos e hijas que hoy están creciendo en carne propia el dolor de la separación:
Esta carta nace con el corazón abierto y los ojos húmedos. Porque estos días me están doliendo profundamente. Porque estoy viendo cómo, en tierras que alguna vez se prometieron como santuario, están ocurriendo actos de violencia que no deberían ser normales. Separaciones, redadas, miedo constante. Todo esto es trauma sucediendo frente a nuestros ojos.
Y no es justo. No es humano. No es digno.
Viví muchos años en Los Ángeles, y fue ahí donde conocí a muchas de ustedes.
Me abrieron las puertas de sus hogares, de sus historias, de sus cocinas.
Y aunque nuestras raíces eran distintas, me acogieron como si fuera parte de su familia.
Confiaron en mí para cuidar a sus hijos e hijas, para acompañarlos en procesos de sanación, para escuchar dolores tan profundos que apenas cabían en palabras.
Yo no era madre en ese entonces. Pero ahora, como madre, veo con nuevos ojos todo lo que ustedes hicieron.
Madres que cruzaban la ciudad en autobús para llegar a mis sesiones. Que salían de sus trabajos corriendo para asistir a reuniones escolares. Que con humildad buscaban cómo ayudar a sus hijos e hijas, aunque no entendieran el idioma, ni el sistema, ni siquiera el país.
Vi cómo se lo ingeniaban para producir lo suficiente para pagar renta, comida, ropa.
Vi cómo se reconstruían tras dejar relaciones abusivas.
Vi cómo, con cada pequeño paso, elegían amar desde la supervivencia, desde el agotamiento, desde el trauma… pero siempre con amor.
También vi a esos hijos e hijas que, a veces, no podían ver ese amor.
Vi cómo el dolor se vestía de coraje, de silencio, de distancia.
Vi la herida abierta que deja la separación forzada entre madre e hijo/a.
Y sin embargo, también vi la magia de la reparación.
Nunca voy a olvidar una sesión donde una madre jugó con su hijo usando juegos de mesa sin lenguaje. Él no quería hablarle. Se rehusaba a decir una palabra en español. Pero ese día, entre risas, algo se quebró. Y luego, algo se unió.
Lo vi abrazarla. Lo escuché decirle que le dolió la separación. Y la escuché responder con voz temblorosa: "Ya estoy aquí. No me vuelvo a ir." Esa escena… aún me hace llorar.
Porque ustedes me enseñaron la medicina del amor resiliente. Del amor que, aunque no dice “te amo”, lo demuestra con cada paso, cada esfuerzo, cada sacrificio.
Me mostraron que la maternidad no siempre es dulce, pero siempre es poderosa.
Me recordaron que la sanación no solo ocurre en terapia, sino en el juego, la risa, el silencio, el arroz caliente sobre la mesa.
Esta carta es para decirles:
Gracias.
Gracias por confiar en mí.
Gracias por enseñarme.
Gracias por existir.
Y también:
Estoy aquí. Hoy y siempre. En solidaridad. En respeto. En amor.
🌱 Si eres inmigrante y estás leyendo esto, quiero que sepas que tu historia importa. Que tu sacrificio no es invisible. Que tu existencia es sagrada.
🌻 Y si tú, quien lee esto, has conocido a una madre, padre, hijo, hija o familia inmigrante que te transformó, te invito a honrarles.
💬 Comparte en los comentarios una historia de amor, resiliencia o humanidad de alguna persona inmigrante.
Que el mundo vea lo que yo vi.
Que no se olviden.
Que sigamos humanizando.
Con todo mi corazón,
Dra. Lydiana García
Autora, psicóloga, y una eterna agradecida de las familias que me hicieron crecer
@soylydianagarcia
www.lydianagarcia.com
*La foto es de un reglao que me hizo una de las familias (madre e hija) con las que trabajé hace más de 10 años en Los Angeles.