Mi medicina es el corazón abierto: amar sin endurecerme
Reflexiones desde mi esencia y mi camino de sanación
Desde pequeña me han descrito con palabras como “corazón puro”, “amorosa”, “ingenua”, “romántica sin remedio”, “optimista”, “perseverante”, “determinada”.
Y aunque agradezco esos rasgos, también reconozco que han venido con mucho dolor.
Con muchas ganas, incluso, de dejar de ser así.
Porque tener el corazón abierto no es fácil.
Cuando una tiene el corazón abierto y lo mantiene abierto, el riesgo de que te lo lastimen es real.
Por ese mismo corazón pasan el amor y la dicha… pero también el dolor más profundo.
Cuando digo que soy amor, no lo digo para sonar bonita ni idealista.
Lo digo porque es parte de mi verdad.
Es algo natural en mí… pero también, hoy día, es un objetivo.
Mantenerme ahí. En mi centro. En el amor.
Porque cuando soy así, me siento más yo.
Cuando no me apago.
Cuando no endurece mi mirada.
Cuando aún puedo ver el corazón puro en otros —aun cuando actúen desde el dolor o la desconexión—.
Esa soy yo. Así vine al mundo.
Pero te confieso que en este mundo tan dividido, se me ha hecho muy difícil.
Vivimos tiempos en los que parece que tenemos que escoger lados.
Si no gritas, parece que no te importa.
Si no reaccionas con rabia, parece que no estás haciendo nada.
Y eso puede hacerte sentir invisible, desconectada, incomprendida.
Para personas como yo, que ven los dos lados, que sienten los dos lados, escoger uno solo puede sentirse como una traición a una parte del alma.
Y honestamente…
A veces desearía poder hacerlo.
Cerrar una puerta.
Enojarme y ya.
No mirar atrás.
Ser más "contundente".
Pero se me hace difícil. Porque hasta en los momentos de dolor con personas cercanas, detrás de todo… lo que queda en mí es mucho amor.
Eso no significa que no haya aprendido a poner límites.
Hoy sé cuándo no seguir buscando donde solo hay herida.
Porque tener el corazón abierto sin límites, es una combinación peligrosa.
Y aquí estoy.
Con el corazón abierto…
Con los ojos bien abiertos también.
Sabiendo que mi medicina nace desde ahí.
Este camino que recorro con la herida materna tiene mucho de esto.
Mi anhelo con el libro Transforma tu herida materna es que más personas puedan abrir espacio a la compasión:
Para sus madres.
Para ellas mismas.
Para todo lo que no fue, y lo que sí fue también.
Porque cuando solo nos quedamos en el dolor de lo que faltó, vemos solo un fragmento.
No el todo.
Y en ese fragmento limitado, los sistemas opresores florecen.
Se alimentan de nuestra desconexión.
Y lo no sanado, se repite.
Las víctimas se convierten en perpetradores o en salvadores.
Y así sigue el ciclo… generación tras generación.
Por eso hoy te hablo desde aquí:
Desde mi vulnerabilidad.
Desde mi verdad.
Porque si algún día eliges trabajar conmigo, quiero que sepas que yo traigo mi corazón a mi servicio.
Porque es parte de mi medicina.
Y si estás buscando a alguien que tome lados, que se junte contigo desde la rabia o el resentimiento…
Esa no soy yo.
Yo soy amor.
Y elijo quedarme aquí.
Gracias por leerme desde este lugar tan íntimo.
Si tú también te has sentido así —con el corazón tierno en un mundo que a veces lo exige duro—, quiero que sepas que no estás sola.
No estás sola en tu forma de sentir, de amar, de ver el mundo con compasión.
Qué regalo que sigamos eligiendo el amor… aunque duela a veces.
Con el corazón abierto,
Lydiana 💛